Sobre Abel Sánchez. Una historia de pasión
“Fui a la boda con el alma escarchada de odio, el corazón garapiñado en hielo agrio pero sobrecojido de un mortal terror, temiendo que al oír el sí de ellos, el hielo se me resquebrajara y hendido el corazón quedase allí muerto o imbécil. Fui a ella como quien va a la muerte. Y lo que me ocurrió fue más mortal que la muerte misma; fue peor, mucho peor que morirse. Ojalá me hubiese entonces muerto allí”.
Ágil y cautivadora, Abel Sánchez. Una historia de pasión (1917) es la novela de Miguel de Unamuno (España, 1864–1936) que más se ajusta a las convenciones de este canon literario. No por ello es un relato ligero, pues aborda el segundo pecado de la humanidad –la envidia— con total crudeza. La historia bíblica en que está inspirada (la muerte de Abel a manos de su celoso hermano) es un vehículo para entrar en la psicología de Caín y, a la vez, reconocerse un poco en él.
Como en la Biblia, el encono de Joaquín hacia Abel se remonta a la más tierna infancia. No es fácil crecer a la sombra de su carisma natural, ni competir con él en las lides del éxito profesional, social o sentimental. Un rosario de afrentas reales e imaginarias van cultivando un odio sordo en el corazón de Joaquín, que aborrece en secreto a su más antiguo amigo. El destino les pondrá adelante a la bella Helena y desencadenará una tragedia en cámara lenta que arrastrará a tres generaciones en un drama de pasión y venganza.
Junto a La tía Tula, Amor y pedagogía y Niebla, Abel Sánchez. Una historia de pasión integra el género de la nivola, ficción literaria creada por Miguel de Unamuno y caracterizada por un mayor énfasis en el contenido que en la forma, y por personajes que encarnan pasiones e ideas en una trama que no se detiene en preámbulos. Heredero de Søren Kierkegaard y precursor de la filosofía existencial europea, Unamuno es uno de los principales pensadores del siglo XX.