Sobre Las cartas de Gustavo Adolfo Bécquer. Desde mi celda
“En aquel castillo, que tiene por cimiento la pizarra negra de que está formado el monte, y cuyas vetustas murallas, hechas de pedruscos enormes, parecen obra de titanes, es fama que las brujas de los contornos tienen sus nocturnos conciliábulos”.
Menos conocidas que sus Leyendas y sus Rimas, las Cartas desde mi celda, de Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836 – Madrid, 1870), reúnen en una sola obra todas las vertientes del universo becqueriano (romanticismo, costumbrismo, terror, exotismo, religión y amor) y son un clásico de la literatura española del siglo XIX. Estas nueve cartas publicadas en El Contemporáneo en el curso de 1864 fueron escritas desde el monasterio de Veruela (Aragón), adonde el autor había acudido para restaurar su delicada salud.
De temática variada, aunque enhebradas por el estilo equilibradamente adornado y la prosa cristalina de Bécquer, las cartas nos presentan un retablo de la vida en España a mediados del siglo XIX —magistralmente y con humor durante la travesía al monasterio— y retratan con ojos de hombre de ciudad a los originales habitantes de las aldeas y la apabullante belleza del Moncayo. Las últimas cuatro nos sumergen en la fantasía orientalista, el oscuro mundo de la brujería y el milagro cristiano.